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22.10.10

El camino de mesa de Eustaquia

Esta vez la labor no es mía. Mi suegra, en un gesto extraño en ella, me lo ha regalado. Lo bordó su madre, o sea, la abuela de mi marido, vaya usted a saber cuándo ni por qué. Digo que el gesto es extraño en ella porque mi suegra no es del tipo de personas que guardan las cosas como recuerdo, ni tampoco es muy dada a hacer regalos, pero por alguna razón se acordó de esta pieza y pensó que yo querría tenerlo. Y la verdad es que ha acertado, estas son las cosas que a mí me gusta recibir "en herencia", cosas que no tienen valor material pero que para mí, aunque no conocí a la tal Eustaquia, tienen un valor sentimental enorme.

Mide 130 cm. de largo (sin contar los flecos, que son bastante largos) por unos 50 de ancho y está, creo, inacabado porque solamente tiene bordado uno de los lados. Pinchando en las fotos se ve el bordado con detalle.

La verdad es que estoy maravillada del trabajo que lleva. Yo apenas he dado unas puntaditas de otra cosa que no sea punto de cruz, y esto me parece una preciosidad.
Y luego están los flecos, largos, trenzados como el macramé, que me tienen enamorada... tuvo que ser una labor de mucha paciencia deshilar primero, y trenzar después.
La lástima es que ya no están en muy buen estado
Los extremos se han enredado bastante y hay algunos hilos rotos. Voy a ver si con cuidado y paciencia los puedo desenredar. La parte del bordado tampoco está demasiado bien, tiene manchas amarillentas que no he sido capaz de sacar, y me da miedo aplicar un detergente más fuerte que pueda dañarlo aún más.
Así y todo es algo que voy a guardar como oro en paño, me hace mucha ilusión tenerlo.

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